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lunes, 28 de junio de 2010

No podía dejar de amarle porque el olvido no existe y la memoria es modificación, de manera que sin querer amaba las distintas formas bajo las cuales el aparecía en sucesivas transformaciones y tenía nostalgia de todos los lugares en los cuales jamás habíamos estado, y le deseaba en los parques donde nunca le deseé y moría de reminiscencias por las cosas que ya no conoceríamos y eran tan violentas e inolvidables como las pocas cosas que habíamos conocido.

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